The Soft Bulletin
Durante la grabación de Zaireeka, el grupo preparaba canciones para su siguiente disco, el que sería “The Soft Bulletin“, editado en 1999. De hecho, algunos de los temas presentes aquí surgieron como ideas para incluir en Zaireeka, pero que descartaron como imposibles de producir para el formato de cuádruple CD.
Este disco supuso el mayor éxito de crítica de la banda hasta el momento (para muchos críticos es uno de los mejores discos de la década de los 90). El grupo se “reinventó”, abandonó el sonido guitarrero, herencia de sus inicios hardcore, para desembocar en una especie de pop surrealista, con una producción muy cuidada con un mayor uso de sintetizadores y efectos de sonido y melodías más accesibles junto a letras más elaboradas.
El disco fue reeditado en el 2006, con la lista de canciones en el orden original que tenía la banda en mente y con un DVD con extras y con sonido Dolby Digital 5.1 Surround Sound (una herencia de sus experiencias cuadrofónicas en Zaireeka).
Hay muchos momentos destacables en esta obra, pero, sin duda, el increíble comienzo con “Race for the Prize” es admirable por su potencia, que sirve de preámbulo al marcado carácter optimista que impregna a todo el disco. Es una canción sobre la ciencia, acerca de la lucha de dos científicos por encontrar una cura, el premio al que aspiran. Pero la letra nos recuerda que no son Dioses, sino “humanos, con mujer e hijos”.
Es una temática parecida al que sería el segundo single, “Waitin’ for Superman“, la canción que más repercusión tuvo, en la que se nos pide que no esperemos a Superman, que él ya tiene bastante, y que intentemos solucionar nuestros problemas lo mejor que podamos.
“Race for the Prize” enlaza con otra canción dedicada a la ciencia, “A Spoonful Weighs a Ton“, también sobre científicos que salvan a la humanidad, incluso aunque tengan que elevar el sol, tan pesado que “una cucharada pesa una tonelada”. Los arreglos de esta canción rozan la horterada, con arpas flotando entre instrumentos de viento, aunque ese ambiente idílico se rompe varias veces con unos rotundos sonidos “power pop”. Y, por supuesto, no hay que dejar pasar los impresionantes gallos de Wayne Coyne.
“The Spark that Bled” es una extraña canción, que recuerda bastante a Yes, por la voz aguda y la estructura en pequeños movimientos, a la manera del rock progresivo. En cuanto a la letra, es una de las más brillantes: “I accidentally touched my head, and noticed that I had been bleeding, for how long I didn’t know. What was this -I thought- that struck me? What kind of weapons have they got? The softest bullet ever shot…” (Toqué accidentalmente mi cabeza, y me dí cuenta de que había estado sangrando, no sabía por cuanto tiempo. ¿Qué es eso -pensé- que me ha golpeado? ¿Qué tipo de armas tienen? La bala más suave jamás disparada…)
La grabación del disco, después del esfuerzo realizado con Zaireeka, no ocurrió en el mejor momento para la banda. El bajista, Michael Ivins, sufrió un accidente de tráfico y Steven Drozd tenía problemas muy graves con la heroina. Estuvo a punto de perder un brazo debido a la infección producida por los pinchazos. Cuando los compañeros le preguntaron, dijo que le había picado una araña, y en esta anécdota se basa “The Spiderbite Song” (La canción de la picadura de araña): “I was glad that it didn’t destroy you, how sad that would be, ’cause if it destroys you, it would destroy me” (Me alegro de que no te destruyera, qué triste sería eso, porque si te destruye a tí, me destruiría a mi)
El momento más inspirado del disco, para mí, llega con “Suddenly Everything Has Changed“, una canción sobre esos momentos banales, que no tienen nada de especial (doblar la ropa o colocar la compra) pero en los que, de repente, te das cuenta de que tu vida es muy distinta de lo que solía ser y que todo ha cambiado, un sentimiento de trascendencia que llega en momentos intrascendentes.
Sigue la inspiración con “The Gash” (La herida), que nos dice que no somos los únicos con problemas, que todos tenemos alguna herida o cicatriz y que, aunque duela, hay que avanzar.
Y cierra esta pequeña trilogía “Feeling Yourself Disintegrate“, que trata sobre el amor y la muerte, la aceptación del momento en el que sientes cómo te desintegras…
Éste es un disco de obligada escucha. Puede no gustar, puede desesperar la voz de Coyne, encontrarlo demasiado acaramelado,pero, aún así, merece la pena acercarse a él, porque puede producir sensaciones muy intensas y hacer que te conozcas a tí mismo un poco mejor; y esto no es fácil de encontrar. A disfrutarlo.
Race for the Prize:
Feeling Yourself Disintegrate: