Telepathic Surgery
El tercer disco de The Flaming Lips, de 1989, nació con la idea de ser un collage sonoro de una media hora de duración. De ese proyecto original queda la canción Hell’s Angel’s Cracker Factory, de más de 23 minutos de duración, que no se incluyó en la edición original, aunque luego, al reeditar el disco en el 2005, aparecería como tercera cara de un vinilo de tres caras.
Hell’s Angel’s Cracker Factory es, ciertamente, un collage sonoro, lleno de guitarras, fragmentos de música clásica, óperas, efectos de sonido, voces al revés, etc, como una especie de suite de rock psicodélico progresivo. Como un Atom Heart Mother yanki, vamos.
El disco tal como se editó en el 89 es estructuralmente menos coherente que los dos anteriores, quizás por derivar de esa concepción antes mencionada. De este disco destaca con fuerza Chrome Plated Suicide (algo así como “Suicidio cromado”), que, parece ser, según declara el propio Wayne Coyne, basa su estructura y acordes en el Sweet Child of Mine de los Guns’n’Roses. Es una canción con un riff de guitarra bastante pegadizo y un potencial éxito, y que presagia lo que será el grupo en la década de los 90. Y es algo así como una canción de amor: “Cause love does things that you can’t see/It’s like telepathic surgery/And cuts and scrapes just like Iggy Pop thrown in a hole” (Porque el amor hace cosas que no puedes ver/es como cirugía telepática/y corta y araña como Iggy Pop arrojado en un hoyo).
El resto de canciones son bastante dispares entre sí. Los efectos de sonido, los fragmentos de música clásica y conversaciones grabadas se hacen hueco por todo el álbum. La temática suele ser la mísma de los dos discos anteriores, con mucho énfasis en las drogas, en la mente y la percepción de la realidad. Algunas letras son bastante surrealistas (Shaved Gorilla, Hari-Krishna Stomp Wagon (Fuck Led Zepellin), The Spontaneous Combustion of John) y otras realmente pesimistas, como en The Last Drop of Morning Dew: “’cause God fucked us when he made us/’cause he made us so we could hate us/And the world could end in a second” (Porque Dios nos jodió cuando nos creó/Porque nos creó para que pudiéramos odiarnos/Y el mundo podría terminar en un segundo).
Cabe destacar la parte final de U.F.O. Story, una canción que comienza con un relato grabado en cinta (que suena espontáneo pero que estaba bastante ensayado, según cuenta W. Coyne), avanza hasta un muro de ruido de guitarras y batería, y termina con una coda al piano que destaca entre el guitarreo generalizado del disco.
La última canción del disco es Begs and Achin’, que me recuerda muchísimo a los ritmos sincopados de Jane’s Addiction, y que finaliza con un efecto de sonido de aplausos para poner el broche final a un disco bastante extraño en concepción y desarrollo.