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Libros 2013

Termina el año y aquí va un repasito de los libros leídos. Menos que el 2012, pero es que  el trabajo acapara cada vez más tiempo.

Gran río del Espacio – Gregory Benford:

Tercera entrega de la saga del Centro Galáctico. Un cambio radical respecto a las dos anteriores, con un gran salto en el tiempo. Relata las desventuras de un grupo residual de humanos que sobreviven en un mundo dominado por las máquinas cerca del centro de la galaxia. Interesante, desconcertante. Veremos cómo evoluciona la serie.

Las constantes de la naturaleza – James D Barrow

Un recorrido por esos números, aparentemente arbitrarios, que hacen que el Universo sea como lo conocemos. Barrow reflexiona sobre su posible cambio a lo largo de la historia del universo, así como del hecho de que sus valores no pueden separarse mucho de los actuales sin que eso implique que la vida no sea posible.

Aguardando al año pasado – Philip K. Dick

Otra maravilla de Philip K. Dick, que no está entre sus obras más conocidas, pero que tiene todos los elementos del universo dickiano. Una droga que permite viajar en el tiempo, reflexiones profundas enredadas en una trama esquizofrénica, llena de simulacros… Es difícil explicar las sensaciones que produce la lectura de cualquier obra de este escritor. En este caso también existe el cuestionamiento de la realidad, los personajes derivan entre capas y capas de realidades que se complementan. Es imprescindible para cualquier aficionado a la buena ciencia ficción.
La telaraña entre los mundos – Charles Sheffield

Como el propio autor señala, una de las primeras apariciones de la idea del “ascensor” o “tallo de habichuela”, un enorme artefacto que conectaría la superficie terrestre con el espacio. El desarrollo de la novela no deja de ser un poco flojo, pero se deja leer bastante bien. Muy bonita la idea del asteroide rodeado de agua, creando un microambiente acuático con calamar incluido.

Un verano infinito – Christopher Priest

Del autor de “El Prestigio”, una interesante recopilación de cuentos con el tema del tiempo como hilo común. Destacable, por supuesto, el cuento que da título al libro, con sus imágenes congeladas que duran décadas. También es una gozada “vagabundeos pálidos”, un mal nombre para un gran cuento, también centrado en paradojas temporales. Buen estilo e ideas brillantes.

Testigos de las estrellas -Robert Charles Wilson

Robert Charles Wilson especula con la posibilidad de conseguir un aparato tan potente que permite observar incluso los detalles más nimios de planetas lejanos. Así, consiguen realizar el seguimiento de una civilización a 50 años luz de distancia. Para mí ha sido un descubrimiento este autor, con una prosa fluida, personajes bien perfilados y maestría para contar historias. Aunque esto podría considerarse una obra menor, estas características están presentes, por lo que es bastante recomendable.

Las 100 vidas de Lazarus Long – Robert Heinlein

Un clásico, que ha envejecido con algunas arrugas y un poco de mal aliento. Interesante su segunda parte, con viaje interestelar incluido.

Libros con reseña en el blog:

A través del mar de soles – Gregory Benford

En el océano de la noche – Gregory Benford

Spin- Robert Charles Wilson

Los Cronolitos – Robert Charles Wilson

La radio de Darwin – Greg Bear

El Prestigio – Christopher Priest

Atlas de las nubes – David Mitchell

Amos de Títeres – Robert A. Heinlein

La tierra permanece – George R. Stewart

Sin destino – Imre Kertész

La intersección de Einstein – Samuel R. Delany

Pensad en Flebas – Iain M. Banks

19 libros… bueno, no está tan mal, teniendo en cuenta el aumento de horas en el trabajo, dos musicales por el precio de uno, un avance significativo en mi técnica pianística (ya estoy al nivel de un niño de 7 años, por lo menos), un par de cuadros y otro a medias (más otro mural en el trabajo), un video youtubesco de encargo, y alguna otra cosa que seguro que olvido. Pretty Good Year:

La Radio de Darwin

Una científica que estudia los restos de virus ancentrales incrustados en nuestro ADN ayuda en una investigación en Georgia, donde se han encontrado fosas comunes relativamente recientes con cadáveres de extrañas características.

En los Alpes, un antropólogo descubre una familia Neanderthal congelada, con lo que parece ser un bebé bastante más evolucionado.

Mientras tanto, en Estados Unidos, comienzan a aparecer casos de abortos espontáneos que parecen violar todas las leyes biológicas. Son los primeros casos del SHEVA, un virus que proviene de nuestro propio código genético. Esta nueva enfermedad será la Herodes, que parece destinada a diezmar o incluso suprimir a toda una generación de fetos.

Greg Bear introduce en esta novela un escenario en el que una especie de equilibrio puntuado “express” hace que el ser humano evolucione en cuestión de una o dos generaciones.

El libro está repleto de referencias a la genética que diluyen la trama de la epidemia y sus consecuencias. De hecho, al final del libro, Bear incluye un breve glosario de términos científicos, y alguna explicación extra sobre lo que nos acaba de contar. No deja de parecerme, por lo tanto, que una de las intenciones del autor es la de divulgar sobre ciertos conceptos evolutivos. Es decir, que, a partir de una teoría (el equilibrio puntuado, en el que la evolución no se produciría a ritmo constante, sino a base de saltos más importantes en un periodo geológicamente breve de tiempo), el autor elabora la trama preguntándose qué ocurriría si la especie humana viviera uno de esos saltos en riguroso directo.

Esta actitud divulgativa debilita esta obra de ficción; ha forzado demasiado lo que es una teoría seria de la evolución para encajarla en un argumento de best-seller. Algunos personajes quedan desdibujados entre tanta insistencia por explicarse científicamente.

El final… bueno, todo el esfuerzo por ser científicamente plausible termina con una inocencia al más puro estilo Spielberg. Un poco ridículo, la verdad. Un planteamiento muy ambicioso que se queda en poco más que un libro para pasar el rato. Una pena.

La ciudad al final del tiempo

Jack y Ginny, residentes en Seattle, padecen extrañas “desconexiones”, que duran horas, visitando las mentes de dos seres humanos, Jebrassy y Tiadba que parecen vivir en un desconcertante mundo constantemente amenazado por algo que ellos llaman el Tifón y que es el caos en estado puro; el fin del universo.

Ambos poseen la capacidad de reubicarse en distintas líneas temporales cuánticas, gracias, quizás, a unos extraños artefactos, unas piedras que siempre han tenido con ellos y que son la clave para salvar al universo de su desaparición. Junto a Daniel,  que posee dos de las preciadas piedras, consiguen llegar a la ciudad al final del tiempo, donde el futuro termina y sólo queda un destino.

Es difícil resumir la trama de este complicado libro de Greg Bear. Durante la lectura, la sensación principal es: “no está mal, me engancha, pero no tengo ni idea de lo que está pasando…” La bruma inicial se despeja poco a poco, enfocando la historia, pero sin llegar a una conclusión clara. Un libro de Ciencia Ficción “Hard”, con referencias científicas muy actuales (las branas de la teoría M), bien escrito, aunque la estructura narrativa es realmente caótica, supongo que intencionadamente, aunque creo que más que sumar, resta coherencia a la historia. En definitiva, requiere paciencia, aunque tiene más virtudes que defectos.