Death Grips – The Money Store
Lo primero que escuché de este grupo de Sacramento, Death Grips, tiene mucho que ver con los pensamientos que a muchos nos rondan por la cabeza estos últimos meses. Fue “Guillotine“, de “Exmilitary”, una maqueta distribuida por Internet. Además del nombre de la canción, tan adecuada en estos tiempos que corren, lo que realmente atrajo mi atención fue el vídeo, sencillo, rozando lo cutre, con una sola toma adobada con after effects:
Desde el primer momento me enganchó ese minimalismo distorsionado, los berridos, la saturación de la grabación y en un par de días ya estaba perdido. Seguí con “Takyon (Death Yon)”, y su excelente video, de nuevo sin complejos al usar filtros:
Y, otra vez, los gritos y la saturación acompañada de sonidos electrónicos, industriales, urgentes y rabiosos (y quiero decir rabiosos de espuma en la boca y sangre infectada).
Varios meses después, Death Grips han editado su primer disco oficial, “The Money Store”, y creo que ya se puede calificar de uno de los descubrimientos del año. Más elaborado que su anterior “maqueta”, conserva la rabia y los ritmos enfermizos, ese “flow” tan extraño del cantante, que hace difícil calificar de hip-hop su música.
Hablando con algunos compañeros, melómanos extraños, encontré que no terminaban de hacerme caso cuando les recomendé a este grupo; decían que esto se había hecho ya, esa fusión del rap y el metal con toques de industrial y electrónica (y lo decían, por cierto, un poco asustados por mi entusiasmo). No obstante, sigo en mis trece, y creo que no estamos ante un grupo de “rap-metal-industrial”; es, simplemente, otra cosa, y la diferencia, entre otras, está en la producción, que consigue transmitir la depravación de sus letras, la paranoia de nuestra vida con una fuerza increíble.
Quizás lo que más me sorprende de este disco es lo potencialmente comercial que puede llegar a sonar, a diferencia del anterior. No sé si “ExMilitary” es más “puro” (y entiéndase “puro” como sinónimo de bestia), pero “The Money Store” es, simplemente, acojonante. Siguen sangrando los oídos, pero puedes quedar enganchado como un adolescente con su ídolo del momento. Me descubro tarareando los riffs a cada momento, cantando eso de “bitch pleeeeaaaase, you must be smoooooking roooocks” en cualquier parte (de nuevo, caras de susto de mis compañeros, que creo que ya me imaginan cogiendo una recortada y disparando a los cantamañanas que nos rodean, o a los mentirosos que nos hunden).
Gran parte de las letras son muy violentas, algunas casi incomprensibles, muy surrealistas, pero todo cuadra. Una obra de arte capta su momento, retrata el contexto, y el nuestro es un momento de rabia, indignación, paranoia y saturación de datos. Entonces este disco podría calificarse como verdadera obra de arte que atesora la inmensa podredumbre en la que hemos caído como individuos y como sociedad. Por eso este disco quedará como muestra de lo que es este 2012 apocalíptico.
En cuanto al aspecto visual, la portada nos dice bastante, pues es una imagen “incómoda”, al igual que su predecesora:
“Exmilitary”
“The Money Store”
En cuanto a los videos, a pesar del aspecto “hecho en casa” que poseen, también me parecen uno de los grandes aciertos del proyecto de los de Sacramento. Ahora algo más trabajados, no dejan de usar los filtros, de manera tan descarada que, en vez de restar, suman validez a la propuesta visual.
Como muestra, tres botones: “Get Got”, primer single (a veces el señor VEVO pone un anuncio antes, paciencia)
“The Fever (Aye Aye)”, ciertamente enfermiza, y una de mis preferidas después de varias escuchas:
Y “I’ve seen footage”, inolvidable y la clave para entender el disco; exceso de información visual (“He visto imágenes, quedo paranoíco, he visto imágenes”), una de las enfermedades de nuestra época.
Este no es el tipo de música que suelo escuchar: un chico más bien “pop” que suspira con canciones de los Magnetic Fields, o se divierte con la friki-psicodelia de los Flaming Lips, o tiene sus momentos guarros con Barry White y depresivos con los Smiths, pero no sé si la radicalización se está extendiendo y yo ya me he infectado. Después de unos minutos leyendo las noticias, este disco se vuelve liberador, y escucharlo siempre será mucho mejor que coger una recortada, por muchas ganas que se tenga. Felices pesadillas.