In a Priest Driven Ambulance (With Silver Sunshine Stares)
The Flaming Lips comienzan la década de los noventa con su último dísco para Restless Records, In a Priest Driven Ambulance (With Silver Sunshine Stares), que viene a significar algo así como “En una ambulancia conducida por un sacerdote (con miradas de sol plateadas)”. Para críticos y fans, este disco es la culminación antes de fichar para la Warner. Se reeditó en 1995 con un par de canciones extras y más tarde, en el 2002, como cd doble en “The day they shot a hole in the Jesus egg“. También es el primer disco en el que contaron con Dave Fridmann como co-productor.
Son diez canciones, con efectos de sonido y samplers como su anterior Telepathic Surgery, (pero más inteligentemente utilizados), más guitarrero y más maduro, tanto en música como en letras. Contiene una versión de “What a Wonderful World“, de la que Wayne Coyne dice:
“Nos habíamos autoconvencido de que estábamos haciéndola de un modo sarcástico -queriendo decir “es un mundo de mierda y malvado”… Pero, afortunadamente, la canción tiene tal poder y calidad que nuestro optimismo y entusiasmo brilla a pesar de nuestras intenciones”
Después de volver a escucharla no estoy yo tan de acuerdo con eso, porque sí que suena extraña, como degradada, pero funciona bastante bien como colofón del disco.
Es curiosa la anécdota que cuenta el líder del grupo en “The day they shot a hole in the Jesus egg“:
“Mi vecino es muchas cosas. Pero hay una que de seguro no es: un experto en música. Sabe que estoy en un grupo y esa es la única razón por la que tiene algunos de nuestros discos (…). Un día (…)vino para pedirme un taladro o algo parecido. Estaríamos conversando sobre el plató para “Christmas on Mars” que estaba construyendo cuando, sorprendentemente, dijo: “Me gusta ese disco religioso que hicisteis”… “Oh”, dije yo. Yo no quiero engañar a nadie. “No es un disco religioso, sólo usamos el nombre ‘Jesus’ en nuestras canciones”…”
Y es que, sólo viendo el nombre de las canciones (3 de ellas llevan el subtítulo: “Canción de Jesús número x”), y el título del disco, es normal que parezca un álbum de rock cristiano. Pero nada tiene que ver con eso. Si utilizan la religión es más bien para cuestionarla, no sin fascinación.
El sonido del disco, quizás por contar con Dave Fridmann, es mucho más limpio que en los anteriores y todas las canciones son excelentes. Destacaría “Shine on Sweet Jesus” (ejemplo perfecto del estilo vocal lleno de gallos de Wayne Coyne), “Unconsciously Screamin’” y, personalmente, creo que las dos canciones de la mitad del disco, estrechamente unidas en cuanto a melodía e instrumentación, son un complemento muy inteligente que refuerza la estructura del disco. Son “Five Stop Mother Superior Rain” y “Stand In Line“. La primera de ellas con una letra estupenda, generacional: “Nací el día que dispararon a JFK/Tu manera de mirarme me aspira en la acera/ Que alguien le diga a esta máquina que no soy una máquina(…)Nací el día que dispararon al cerebro de John Lennon/Y todas mis sonrisas penetran en el camino de la generación del odio/Dile que voy a irme, a disparar a alguien en la boca/lo primero que haré mañana”.
Y es que hay algo (bastante) de generación X en este disco, como en “God Walk Among Us Now” (Dios camina entre nosotros ahora): “Solía estar bien/pero las cosas se pusieron extrañas (…) ¿Qué tal sienta cuando estás cayendo/Hundiéndote desde lo más profundo/No es fácil sujetarse/cuando todo se está cayendo”.
Este disco es otro paso más en la curiosa carrera del grupo de Oklahoma. Es uno de sus mejores discos y es una pena que no se le preste tanta atención como a los que crearon a finales de los 90.
Como última curiosidad, la canción “Take Meta Mars” está inspirada en otra del grupo Can, “Mushroom“.
Unconsciously Screamin’
Shine on Sweet Jesus