The Flaming Lips EP
Comienzo con este post una serie dedicada a comentar los discos de The Flaming Lips. En octubre saldrá un nuevo disco, como ya comentamos por aquí. Y es una buena excusa para dar un repaso a la discografía de, sin lugar a dudas, uno de los grupos más creativos e interesantes de los últimos años.
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Todo tiene un comienzo, y la historia de esta banda comienza en 1984, en Oklahoma. Es en este año cuando los Flaming Lips comienzan su andadura discográfica con un EP homónimo de cinco canciones.
En esa época, el grupo se movía en la escena hardcore, en la que abundaban los grupos punk-garage, de guitarras distorsionadas y una estética casi neonazi. Wayne Coyne, el actual lider y cantante del grupo lo cuenta en el libreto de la recopilación “1983-1988 Finally the Punk Rockers Are Taking Acid”:
“Tocaban canciones cortas y rápidas con gritos indistinguibles por encima de todo. Todos tenían esa pinta de punk rock casero, con el pelo corto y en punta, y botas de militar, y esa premisa punk-rock típica de ODIAR a los hippies, lo que era ¿extraño?, porque, en cierto modo, ellos mismos eran muy parecidos a los hippies, pero ODIABAN a los hippies de los 60 y despreciaban el rock progresivo de los 70 y eran decididamente ANTIDROGAS. Y así, aunque nos sentíamos parte de ese “movimiento” hardcore, mantuvimos nuestros sentimientos respecto a la música y las drogas (…) Por Dios, incluso ODIABAN A LOS BEATLES, especialmente la parte psicodélica, y, de alguna manera eso fue lo que marcaba la diferencia”
Esa diferencia es la que se empieza a percibir en sus primeras canciones. Se huele ya la influencia del rock progresivo (algunas suenan muy “pinkfloydianas”), y que la melodía para ellos no es algo secundario. Todas están cantadas por Mark Coyne, apoyándose en algunos gritos-gemidos de su hermano Wayne (que tan buenos gallos nos ha dado desde entonces…). Y, por supuesto, la psicodelia que ellos querían reivindicar como búsqueda personal está bien presente, aunque recubierta del envoltorio “hardcore” en el que se movían en esa época, y con un componente gótico que a mí me recuerda en algunos momentos a los primeros The Cure.
Existen muchas diferencias con los Lips posteriores, pero quizás la mayor sea el pesimismo que rodea estas composiciones. Las letras son del tipo “Fui a dar un paseo esta mañana / para oler el aire / Lo respiré, pero no había nada allí / Mis pulmones se llenaron de dolor / y estoy bebiendo lluvia ácida / Y nunca pensé que esto ocurriría en un día como hoy” (Out for a Walk). O, en My Own Planet, “Quiero mi propio planeta / a la especie humana no la soporto”. Desde luego, nada que ver con los mensajes optimistas de sus últimos discos.
En definitiva, es un comienzo digno para una carrera, pero no brillante. Pero si el comienzo es importante, lo es más la continuidad, la evolución y, sobre todo, la coherencia. En eso nadie puede ponerles ni una pega. Dice Wayne:
“la escena hardcore demandaba cambios en la política y la sociedad. Nosotros sólo buscábamos un cambio en nosotros mismos… Ellos querían disturbios en las calles… Nosotros queríamos disturbios en nuestras cabezas…”
Y esa creo que es una máxima que siguen cumpliendo después de 25 años de carrera.