Etiqueta: Philip K. Dick

UBIK

13Un grupo compuesto por los mejores inerciales, personas con capacidades anti-psiónicas, parten en misión a una base lunar junto con Runciter, su jefe.

Runciter asociados es la empresa más importante del ramo, que ofrece servicios de neutralización de psis (telépatas, precognitores, etc…); ahora tiene la oportunidad de asestar un golpe mortal a Hollis, otra organización dedicada a la utilización de psis con fines comerciales. Pero es viaje es una trampa: una gran explosión mata a Runciter y deja a sus empleados en una situación desesperada. La mejor opción es volver a la Tierra rápidamente y comunicar la muerte de su jefe a su esposa, Ella, que co-dirige la empresa desde la semivida, un estado previo a la muerte total que permite la comunicación con personas fallecidas a las que se ha podido conservar en una fríovaina antes de la muerte cerebral total.

Pronto, diversos acontecimientos con un denominador común, la omnipresencia de Runciter en todos los detalles cotidianos, así como el deterioro de la misma realidad, hace sospechar al grupo de que algo no va bien…

Ubik es una de las novelas más notables del escritor californiano. Muchos de sus incondicionales la consideran lo mejor de su producción.

Escrita en 1969, un año después de la publicación de su obra más emblemática, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, encontramos aquí los elementos característicos que definen la obra de Philip K. Dick: personajes con capacidades asombrosas, una realidad que no es lo que parece, mezcla de capas traslúcidas que dejan ver otros mundos conviviendo en un mismo espacio y tiempo, la religión, Dios, presente en forma de aerosol milagroso que enfoca la percepción de la realidad oficial…

El universo dickiano es un gran mosaico hiper-cubista en el que el objeto es el propio universo, que se dibuja no desde distintos puntos de vista, como ocurre con el cubismo pictórico, sino como un ente multidimensional que los personajes perciben por partes, siendo el todo imposible de asimilar y en el que deben encajar las piezas, algo imposible. Y es imposible para ellos desde dentro del libro y para el lector desde fuera, aunque cuenta con más pistas. No hay solución.

La sensación de extrañamiento que provocan todas las obras de Dick alcanza su máximo en esta novela. Una vez comenzado el viaje por sus páginas, nunca volvemos al punto de retorno. La espiral te coloca en una casilla de salida similar pero desplazada respecto al origen.

Esta experiencia de desubicación existencial cristaliza en el poder de uno de los personajes, Pat, capaz de alterar el transcurso de la línea temporal, modificando momentos anteriores en una especie de salto al vacío entre los múltiples universos de la física cuántica.

A todo esto hay que añadir la “semivida”, una faceta más en el juego de espejos de la historia.

Es difícil explicar cualquier aspecto de esta obra impresionante. Lo mejor es sumergirse en ella, dejarse mecer por la espuma cuántica y perderse en la maraña de detalles que la conforman. Ya sabéis: es inofensiva si se usa según las instrucciones.

Título: “UBIK”

Autor: Philip K. Dick

Ed. Martínez Roca, Superficción, nº 13.

1969 (edición 1976)

197 páginas

La penúltima verdad

02Atrapada en zulos bajo tierra, la humanidad espera a que la guerra termine y las condiciones ambientales sean favorables; la radiación y los agentes químicos infectan la superficie, repleta de robots que continúan la lucha comandados por los altos cargos que resisten en búnkeres en la superficie… Esta es la penúltima verdad: la tierra ya casi está descontaminada y unos cuantos seres humanos se reparten la superficie en grandes latifundios donde ubican sus lujosas mansiones y cuyo único trabajo es perpetuar la mentira y mantener a sus congéneres dentro de sus jaulas subterráneas mediante el mayor engaño mediático de la historia.

 

Este es uno de los libros más asequibles de Philip K. Dick; planteamiento sencillo y rotundo, prolongación de las sombras de la guerra fría y la propaganda. El reflejo de las teorías de la conspiración se magnifica en esta trama en la que el desastre nuclear es la excusa perfecta para que la casta termine por dominar el planeta y los destinos de millones de personas, atrapadas e ignorantes.

Los medios de comunicación son las verdaderas armas; Dick intuye, ya en los años 60, que el poder viene envuelto en efectos especiales y presentadores carismáticos, simulacros creados para el engaño. Y, como una constante en toda la obra del autor, la única solución es despertar y entrar en esos mundos paralelos en los que se esconde la verdadera realidad. Son esas transiciones sin anestesia entre las distintas capas las que hacen de sus libros algo difícil de definir: extrañeza, sorpresa, alienación. Más aún al comprobar que la propia realidad del lector se ilumina de vez en cuando con destellos de percepción similares.

Dick, después de todo, escribía sobre la búsqueda de la verdad, algo que se transparenta claramente en esta novela.

Título: “La penúltima verdad”

Autor: Philip K. Dick

Ed. Martínez Roca, Superficción, nº 2.

1964 (edición 1976)

219 páginas

Libros 2013

Termina el año y aquí va un repasito de los libros leídos. Menos que el 2012, pero es que  el trabajo acapara cada vez más tiempo.

Gran río del Espacio – Gregory Benford:

Tercera entrega de la saga del Centro Galáctico. Un cambio radical respecto a las dos anteriores, con un gran salto en el tiempo. Relata las desventuras de un grupo residual de humanos que sobreviven en un mundo dominado por las máquinas cerca del centro de la galaxia. Interesante, desconcertante. Veremos cómo evoluciona la serie.

Las constantes de la naturaleza – James D Barrow

Un recorrido por esos números, aparentemente arbitrarios, que hacen que el Universo sea como lo conocemos. Barrow reflexiona sobre su posible cambio a lo largo de la historia del universo, así como del hecho de que sus valores no pueden separarse mucho de los actuales sin que eso implique que la vida no sea posible.

Aguardando al año pasado – Philip K. Dick

Otra maravilla de Philip K. Dick, que no está entre sus obras más conocidas, pero que tiene todos los elementos del universo dickiano. Una droga que permite viajar en el tiempo, reflexiones profundas enredadas en una trama esquizofrénica, llena de simulacros… Es difícil explicar las sensaciones que produce la lectura de cualquier obra de este escritor. En este caso también existe el cuestionamiento de la realidad, los personajes derivan entre capas y capas de realidades que se complementan. Es imprescindible para cualquier aficionado a la buena ciencia ficción.
La telaraña entre los mundos – Charles Sheffield

Como el propio autor señala, una de las primeras apariciones de la idea del “ascensor” o “tallo de habichuela”, un enorme artefacto que conectaría la superficie terrestre con el espacio. El desarrollo de la novela no deja de ser un poco flojo, pero se deja leer bastante bien. Muy bonita la idea del asteroide rodeado de agua, creando un microambiente acuático con calamar incluido.

Un verano infinito – Christopher Priest

Del autor de “El Prestigio”, una interesante recopilación de cuentos con el tema del tiempo como hilo común. Destacable, por supuesto, el cuento que da título al libro, con sus imágenes congeladas que duran décadas. También es una gozada “vagabundeos pálidos”, un mal nombre para un gran cuento, también centrado en paradojas temporales. Buen estilo e ideas brillantes.

Testigos de las estrellas -Robert Charles Wilson

Robert Charles Wilson especula con la posibilidad de conseguir un aparato tan potente que permite observar incluso los detalles más nimios de planetas lejanos. Así, consiguen realizar el seguimiento de una civilización a 50 años luz de distancia. Para mí ha sido un descubrimiento este autor, con una prosa fluida, personajes bien perfilados y maestría para contar historias. Aunque esto podría considerarse una obra menor, estas características están presentes, por lo que es bastante recomendable.

Las 100 vidas de Lazarus Long – Robert Heinlein

Un clásico, que ha envejecido con algunas arrugas y un poco de mal aliento. Interesante su segunda parte, con viaje interestelar incluido.

Libros con reseña en el blog:

A través del mar de soles – Gregory Benford

En el océano de la noche – Gregory Benford

Spin- Robert Charles Wilson

Los Cronolitos – Robert Charles Wilson

La radio de Darwin – Greg Bear

El Prestigio – Christopher Priest

Atlas de las nubes – David Mitchell

Amos de Títeres – Robert A. Heinlein

La tierra permanece – George R. Stewart

Sin destino – Imre Kertész

La intersección de Einstein – Samuel R. Delany

Pensad en Flebas – Iain M. Banks

19 libros… bueno, no está tan mal, teniendo en cuenta el aumento de horas en el trabajo, dos musicales por el precio de uno, un avance significativo en mi técnica pianística (ya estoy al nivel de un niño de 7 años, por lo menos), un par de cuadros y otro a medias (más otro mural en el trabajo), un video youtubesco de encargo, y alguna otra cosa que seguro que olvido. Pretty Good Year:

Lágrimas en la lluvia

“…todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.”

Bruna Husky, una replicante de combate que reside en el Madrid del siglo XXII, es contratada por el MRR (Movimiento Radical Replicante) para investigar una serie de extrañas muertes. Durante la investigación todo parece apuntar a una conspiración destinada a colocar en el poder a los Supremacistas, un grupo político que aboga por la eliminación de todos los replicantes, seres exactamente igual a los humanos pero modificados genéticamente y con una vida de sólo 10 años.

Rosa Montero crea una historia, mezcla entre novela negra y ciencia ficción, basándose en el mundo de “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” y “Blade Runner”.

Realmente no es una ampliación del universo creado en estas dos obras anteriores por Philip K. Dick y Ridley Scott; en “Lágrimas en la lluvia” se describe un futuro que ha terminado pareciéndose a esas obras de ficción, como ocurre con los “replicantes”, que se denominan así como homenaje a “una famosa película del siglo XX”, ya que comparten algunas de sus características, aunque no todas, pues los “reps” de Rosa Montero viven hasta 10 años, y no 4 como ocurría en Blade Runner, y su muerte se debe al TTT (Tumor Total Tecno), no es una muerte programada, sino un fallo en su constitución celular que los científicos no consiguen desactivar. Siguen siendo, sin embargo, seres humanos con mejoras genéticas y han sido creados para realizar los trabajos más peligrosos.

No se pueden comparar los precedentes con esta novela, aunque es cierto que la temática principal del libro es también el eje que da sentido a “Blade Runner“: la muerte, la soledad, los recuerdos… La cuestión que lanzó Philip K. Dick en muchas de sus novelas acerca de lo que nos hace ser lo que somos está muy presente, aunque no de la manera tan perturbadora y radical con la que K. Dick aturdía a sus lectores, cuestionando no sólo al individuo sino toda la realidad. Rosa Montero tiene otros intereses y utiliza las armas de la ciencia ficción para llegar a su objetivo, que no es otro que reflexionar sobre los mecanismos que nos mantienen vivos y nos animan a seguir adelante aún con la certeza de la muerte rondando silenciosa en nuestra existencia.

“Lo que hago es lo que me enseña lo que estoy buscando”
Pierre Soulages

Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos

(…)Encontró la puerta del lavabo de hombres y, con la ayuda de Joe, lo abrió y desapareció en su interior.
Joe se quedó en el pasillo. Algo le pasa, pensó. Ver el viejo ascensor le había cambiado. Se preguntó por qué.
Al salió del lavabo.
“¿Qué pasa?” Dijo Joe, al ver su expresión.
“Échale un vistazo a esto,” dijo Al; Condujo a Joe al lavabo y le señaló la pared. “Graffiti,” dijo. “Ya sabes, palabras garabateadas. Como las que encuentras cuando vas al retrete. Leelas.”
Escrito con cera o tinta de bolígrafo rojo, se podía leer:

 

MÉTETE EN EL ORINAL Y  VOLTEA TU CUERPO.
YO ESTOY VIVO Y VOSOTROS ESTÁIS MUERTOS.

 

Así, con un graffiti en un cuarto de baño, los protagonistas de UBIK, conocían la verdad: ellos son los que están muertos. Se revelaba en lo más cotidiano, en un acto de lo más prosaico. Eso es lo que Philip K. Dick pensaba sobre la verdad acerca de nuestra realidad: el más mínimo detalle puede  contener la información clave, la pieza que da sentido a todo, lo que te hace despertar.

UBIK fue la primera novela de Philip K. Dick que lei, cuando era un adolescente. Pocas veces he quedado tan impresionado con un libro. Desde entonces, he leido todo lo que ha caido en mis manos de este autor, y nunca me ha decepcionado, incluso en sus libros “menores” siempre hay algo que me fascina.

La realidad supera a la ficción, se suele decir. En este caso, Philip K. Dick vivía su ficción como real, y lo real no era más que una ficción. Desde sus comienzos como trabajador en una tienda de discos, hasta la fama mundial, que llegó a vislumbrar antes de morir, pasando por sus numerosas relaciones, sus problemas con medicamentos y drogas y, por supuesto, su Epifanía, que le llegó con uno de esos acontecimientos insustanciales que esconden toda la verdad: pidió medicamentos a la farmacia y la chica que fue a entregárselos a su casa llevaba un colgante con forma de pez, símbolo de los primeros cristianos. Eso fue todo y suficiente. Desde ese día, en 1974, hasta su muerte, escribió más de 8.000 páginas (la famosa Exégesis) intentando explicar esa revelación, como un nuevo profeta.

Ha sido un placer leer este libro de Emmanuel Carrère sobre la vida y obra del escritor estadounidense. Una biografía novelada que logra transmitir el caos y la búsqueda de la verdad que obsesionaron a este visionario de la ciencia ficción.

Los tres estigmas de Palmer Eldritch


De nuevo Philip K. Dick. Y de nuevo otra impresionante novela de este genio alterado de la ciencia ficción.
Tras un viaje a Próxima Centauri de una década de duración, Palmer Eldritch regresa al sistema solar con un nuevo producto que podría sustituir a la “Can-D”, una droga “ilegal” que consumen los colonos que han sido forzados a abandonar la Tierra; una sustancia que les ayuda a soportar las duras condiciones en las que viven, y que utilizan junto a los equipos “Perky Pat”, unos juguetes que actúan como catalizador de las visiones y sensaciones que provoca la droga. Una de las características de esa sustancia es que consigue la “comunión” de varias mentes, que habitan la alucinación en un mismo cuerpo.
También aparece una de las ideas más surrealistas que ha parido la mente de este escritor: el dj, que orbita los planetas y satélites donde están los colonos anunciando los productos Perky Pat; una idea que desarrollaría completamente en Dr. Monedasangrienta, ahora como una figura mesiánica portadora de esperanza.

En la contraportada leemos lo siguiente:

“Philip K. Dick (…) reincide una vez más en su tema favorito: la creación de un universo ficticio por parte de los que mandan, como medio para perpetuar la represión.”

No sé si “represión” es la palabra correcta tratándose de Dick; quizás sería más adecuado “control”. En la novela existe un entramado de intereses económicos que permiten la distribución de una droga alucinógena que mantiene vivas las esperanzas de los colonizadores en los distintos emplazamientos del sistema solar. Esa droga genera la ilusión de estar de nuevo en la Tierrra, habitando un cuerpo perfecto en un entorno perfecto. Curioso, porque tampoco en la Tierra encontramos ese entorno, debido al calentamiento de la superficie que obliga a los ciudadanos a habitar en edificios refrigerados, con el peligro de morir abrasados si permanecen en el exterior sin protección. Así, nos encontramos una existencia que es, con y sin droga, alienada y degenerada.

En este contexto, Dick plantea sus temas recurrentes: drogas, religión (culpa y expiación), política, y distintas realidades conviviendo en un mismo espacio y tiempo. Como siempre, nos hace cuestionar la naturaleza de la realidad y los medios que poseemos para explorarla y orientarnos sin caer en la esquizofrenia y la locura (o aceptándolas como parte del entramado de lo real).

 

Título: “Los Tres Estigmas de Palmer Eldritch”

Autor: Philip K. Dick

Ed. Martínez Roca, Superficción, nº 43.

1964 (edición 1979)

191 páginas