Etiqueta: David Mitchell

Libros 2013

Termina el año y aquí va un repasito de los libros leídos. Menos que el 2012, pero es que  el trabajo acapara cada vez más tiempo.

Gran río del Espacio – Gregory Benford:

Tercera entrega de la saga del Centro Galáctico. Un cambio radical respecto a las dos anteriores, con un gran salto en el tiempo. Relata las desventuras de un grupo residual de humanos que sobreviven en un mundo dominado por las máquinas cerca del centro de la galaxia. Interesante, desconcertante. Veremos cómo evoluciona la serie.

Las constantes de la naturaleza – James D Barrow

Un recorrido por esos números, aparentemente arbitrarios, que hacen que el Universo sea como lo conocemos. Barrow reflexiona sobre su posible cambio a lo largo de la historia del universo, así como del hecho de que sus valores no pueden separarse mucho de los actuales sin que eso implique que la vida no sea posible.

Aguardando al año pasado – Philip K. Dick

Otra maravilla de Philip K. Dick, que no está entre sus obras más conocidas, pero que tiene todos los elementos del universo dickiano. Una droga que permite viajar en el tiempo, reflexiones profundas enredadas en una trama esquizofrénica, llena de simulacros… Es difícil explicar las sensaciones que produce la lectura de cualquier obra de este escritor. En este caso también existe el cuestionamiento de la realidad, los personajes derivan entre capas y capas de realidades que se complementan. Es imprescindible para cualquier aficionado a la buena ciencia ficción.
La telaraña entre los mundos – Charles Sheffield

Como el propio autor señala, una de las primeras apariciones de la idea del “ascensor” o “tallo de habichuela”, un enorme artefacto que conectaría la superficie terrestre con el espacio. El desarrollo de la novela no deja de ser un poco flojo, pero se deja leer bastante bien. Muy bonita la idea del asteroide rodeado de agua, creando un microambiente acuático con calamar incluido.

Un verano infinito – Christopher Priest

Del autor de “El Prestigio”, una interesante recopilación de cuentos con el tema del tiempo como hilo común. Destacable, por supuesto, el cuento que da título al libro, con sus imágenes congeladas que duran décadas. También es una gozada “vagabundeos pálidos”, un mal nombre para un gran cuento, también centrado en paradojas temporales. Buen estilo e ideas brillantes.

Testigos de las estrellas -Robert Charles Wilson

Robert Charles Wilson especula con la posibilidad de conseguir un aparato tan potente que permite observar incluso los detalles más nimios de planetas lejanos. Así, consiguen realizar el seguimiento de una civilización a 50 años luz de distancia. Para mí ha sido un descubrimiento este autor, con una prosa fluida, personajes bien perfilados y maestría para contar historias. Aunque esto podría considerarse una obra menor, estas características están presentes, por lo que es bastante recomendable.

Las 100 vidas de Lazarus Long – Robert Heinlein

Un clásico, que ha envejecido con algunas arrugas y un poco de mal aliento. Interesante su segunda parte, con viaje interestelar incluido.

Libros con reseña en el blog:

A través del mar de soles – Gregory Benford

En el océano de la noche – Gregory Benford

Spin- Robert Charles Wilson

Los Cronolitos – Robert Charles Wilson

La radio de Darwin – Greg Bear

El Prestigio – Christopher Priest

Atlas de las nubes – David Mitchell

Amos de Títeres – Robert A. Heinlein

La tierra permanece – George R. Stewart

Sin destino – Imre Kertész

La intersección de Einstein – Samuel R. Delany

Pensad en Flebas – Iain M. Banks

19 libros… bueno, no está tan mal, teniendo en cuenta el aumento de horas en el trabajo, dos musicales por el precio de uno, un avance significativo en mi técnica pianística (ya estoy al nivel de un niño de 7 años, por lo menos), un par de cuadros y otro a medias (más otro mural en el trabajo), un video youtubesco de encargo, y alguna otra cosa que seguro que olvido. Pretty Good Year:

Atlas de las Nubes

El diario de un notario californiano

Las cartas de un joven músico inglés

La investigación de un sucio asunto sobre una central nuclear en California

Las desventuras de un editor británico

La rebelión de una sirviente clonada en una futura China

La lucha por la supervivencia de los habitantes de un Hawaii post-apocalíptico.

 

Estas son las seis historias que componen El Atlas de las Nubes, expuestas en una primera vuelta y que se resuelven en sentido inverso, en una estructura en forma de espejo. Seis historias, seis maneras de contarlas: como diario, epístolas, narración en tercera persona, en primera persona, interrogatorio y un cuento en un idioma degenerado por el paso del tiempo en lo que queda después de la civilización.

Todas ellas se relacionan de algún modo con la historia que las precede. Así, Frobisher, el músico inglés, lee el diario de Ewing. Luisa Rey, que investiga las corruptelas que rodean al sector energético, conoce al receptor, Rufus Sixsmith, de las cartas del compositor. A su vez, la historia de la periodista termina convertida en un manuscrito que llega a las manos del editor Cavendish, cuya historia será relatada en una película que una esclava fabricada por ingeniería genética, Somni-451, visionará antes de realizar un discurso que cambiará el mundo, lo que la convertirá en algo parecido a una deidad que venerarán Zachry y su gente en un mundo aniquilado por el ansia de poder del ser humano.

Esta última parte cronológicamente hablando, que es el capítulo central del libro, es la única que no se ve interrumpida por una historia posterior. A partir de ella, el resto se va cerrando hasta llegar de nuevo al diario de Adam Ewing.

En una estructura tan compleja es lógico el despiste. Es tentador pensar que David Mitchell ha pretendido abarcar las glorias y miserias de toda la humanidad en una obra; una tarea titánica. Pero, si fuera así, sería más lógico remontarse a la noche de los tiempos y comenzar su epopeya entrelazada con los primeros signos de una sociedad estructurada. Sin embargo, decide comenzar con el principio del auge de la civilización occidental, llevarnos hasta su posible futura decadencia y explorar un mundo posterior a ella, fin y principio.

Mitchell elige personajes irrelevantes, cuyas acciones, cristalizadas en libros, cartas, sinfonías o películas, aportan su granito de influencia a las historias posteriores. Ese es un elemento importante: La cultura y sus productos, que son los ladrillos y el cemento que construyen la base de nuestra sociedad y que propician las revoluciones y los cambios.

Como un bucle, el ser humano tropieza repetidamente con las mismas piedras: el egoismo, las ansias de poder y la apatía. Es imposible evitarlas: parecen parte de nuestra naturaleza. Quizás ese sea el mensaje del autor; la vida sigue, la historia pasa y siempre tendremos los mismos problemas y sólo queda luchar contra ellos. Incluso aunque sea una lucha que nunca acaba.

El Atlas de las Nubes es una novela potente, ambiciosa y que está impregnada de una positividad de agradecer en estos tiempos. Podría parecer una biblia “New Age”, con referencias a la reencarnación (todos los personajes llevan la misma marca de nacimiento) y otras mandangas pseudofilosóficas, y supongo que muchos lo verán así. De todos modos, la obra de Mitchell deja un recuerdo agradable después de su lectura y es fácil de asimilar a pesar de su extraña estructura.