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Alicia en el país de los cuantos

Una alegoría de la física cuántica.alicia

Loable intento de hacer accesible un tema tan lejano al sentido común como es la Física Cuántica.

R. Gilmore, basándose en el mundo imaginado por L. Carrol, repasa aspectos básicos de las investigaciones más importantes en la física de partículas elementales. Darle sentido al zoológico que ha ido surgiendo gracias a los experimentos con aceleradores fue la principal ocupación de los físicos del pasado siglo, que crearon un modelo en el que encajan y son explicadas todas las partículas.

Así, nos encontramos con fotones, electrones, protones, neutrones, muones e incluso quarks, a los que el autor caracteriza como personajes secundarios dotados de distintos comportamientos análagos a sus propiedades físicas.

No habrá sido tarea fácil escribir un libro como este, ni es fácil leerlo, pues recorrer todos los recovecos de la teoría cuántica en unas escasas 300 páginas es ciertamente arduo, pero al menos los conceptos elementales quedan claros y es una buena menra de comprender la lógica de la física actual, en la que el sentido común de nuestra experiencia macroscópica no tiene ningún valor.

Entrelazamiento

Si hay algún fenómeno que pone patas arriba el concepto de “sentido común” en la física, este es el del entrelazamiento cuántico. Dos partículas (o más), creadas a partir de un mismo fenómeno, comparten características de manera que parecen comportarse como una sola: si medimos una de sus cualidades en una de ellas, de manera instantánea su pareja “adquiere” la cualidad opuesta, sin importar la distancia a la que se encuentre.

El concepto de “localidad” (causa y efecto están limitados por la velocidad de la luz) no se aplica en este caso. Y no es algo teórico: realmente ocurre.

En este pequeño libro, Amir D. Aczel hace un recorrido por los momentos esenciales en la historia de la física cuántica, desde el experimento de la doble rendija hasta llegar a la comprobación experimental del entrelazamiento e incluso sus posibles aplicaciones prácticas, incluida la teleportación. Cada capítulo introduce a los protagonistas (Planck, Heisenberg, Schrödinger, Bell, Einstein, etc.) y contextualiza histórica y vitalmente su aportación, algo que no deja de resultar un poco tedioso pues difumina el objetivo central del libro (y que uno ya está un poquito harto de saber de las actividades sexuales extramatrimoniales de Schrödinger…).

Los últimos tres minutos

3minutos
Haciendo referencia al famoso “Los tres primeros minutos del universo”, del Nobel Steven Weinberg, Paul Davies realiza en este libro un recorrido por los posibles finales del universo.

Después de analizar los posibles finales de nuestro planeta, incluyendo el que es aceptado por la comunidad científica (achicharrada por un sol convertido en supergigante roja, dentro de más de 3000 millones de años), pasa a describirnos las varias opciones a las que se enfrenta el universo en conjunto, que, básicamente, dependen de la cantidad de materia existente. Si no es suficiente para volver a contraerlo, gracias a la fuerza de la gravedad, en un “gran crujido” final, estaría condenado a expanderse infinitamente, diluyéndose cada vez más y convirtiéndose en un lugar oscuro, una sopa inconcebiblemente diluida compuesta por electrones y positrones, sucumbiendo a la segunda ley de la termodinámica, a la tiranía del aumento de la entropía.

Si la masa del universo supera un tamaño crítico, el escenario cambia por completo: Las galaxias comenzarán a frenar su huida y volverán a juntarse debido a la atracción gravitatoria, para terminar como empezó, en una singularidad espacio-temporal de la que no podría escapar y, simplemente, desaparecería.

Entre esas dos opciones, otra amplia gama de posibilidades: Un universo que estalla y encoge constantemente, universos “burbuja” debido a fluctuaciones en el proceso de inflación, multiuniversos, y, la opción más desesperánzadora, la degeneración del vacío, algo que podría estar ya ocurriendo y del que no tendríamos noticias hasta que, en un nanosegundo, todo lo que nos rodea, degeneraría y se desvanecería para siempre…

Uno de los aspectos más interesantes del libro es el estudio de la posibilidad de supervivencia de cualquier especie “sentiente” en todos esos escenarios. Menciona los estudios de Frank J. Tipler presentados en ese curioso libro que es “La Física de la Inmortalidad” (un libro de física que intenta demostrar la posibilidad de la vida después de la muerte…), y otros científicos que han tratado el tema.

Los últimos tres minutos” es un libro de divulgación sencillo de comprender y una buena manera de entrar, aunque sea tangencialmente, en las últimas investigaciones cosmológicas sobre el destino final del universo.

Un único comentario más sobre la traducción del término anglosajón “big bang“. El traductor decide utilizar la expresión “gran pum“, siguiendo una propuesta de Octavio Paz, como una manera de mantener la naturaleza onomatopéyica de la expresión original. Como comenta el traductor:

En todo caso, no parece mal intentar liberarse de expresiones que contaminan el
castellano sin ofrecer nada a cambio y que pueden tener, a lo que se ve, traducciones correctas y de sentido completo.

No niego que es una traducción correcta y con sentido completo, pero no entiendo el porqué de intentar conservar la onomatopeya. Si en el idioma inglés predominan los verbos y sustantivos onomatopéyicos es problema suyo… Me parece bien castellanizar la expresión, pero al ceder en conservar la onomatopeya, surge algo artificial (y un tanto ridículo, si se me permite). No veo qué problema hay en utilizar “gran explosión”. Es sólo una opinión.