Categoría: Libros

El dios más pequeño

47Esta colección de cuentos escritos para revistas Pulp de Lester del Rey presenta los primeros escarceos del escritor estadounidense en el género fantástico y de la ciencia ficción, allá por la década de los 40. Los años no pasan en balde y sólo algunos resisten dignamente. A pesar de ello las ideas recogidas en estos relatos merecen ser tenidas en cuenta.

La característica más común de la mayoría de ellos es una mezcla peculiar de géneros, en los que la ciencia ficción se alía con el fantástico o incluso el terror (“Cruz de fuego”, “Carrillón de cráneos”).

Así tenemos notables ejemplos como el relato que da nombre a la colección, “El dios más pequeño”, en los que la combinación de leyenda y ciencia funciona a la perfección; algo apolillado para un lector del S XXI, pero con encanto. Esos seres legendarios, duendecillos, gnomos aparecen como protagonistas en “De todo” y “Réplica en bronce”. También tenemos ejemplos de ciencia-ficción dura, como en “Hábito”, “Las estrellas miran hacia abajo” y “Sin águilas”, aunque plagados de errores científicos y suposiciones demasiado inocentes vistos con perspectiva, como un intento del autor para contentar a los lectores menos acostumbrados a la especulación. A este último género se acerca el autor en su primer cuento, “El fiel amigo”, retomándolo en “Reencarnado”, pero alcanza cotas memorables con “Me llamo legión”, para mí el cuento más consistente y cuya máquina duplicadora puede verse como un lejano antecedente de la fascinante “El prestigio” de Cristopher Priest. Hitler multiplicado en el tiempo, que precede en la presente edición al último cuento “Aunque crezcan las amapolas”, un clásico viaje en el tiempo escrito para animar a los estadounidenses en la nefasta época de la Segunda Guerra Mundial.

Arqueología de escritor aficionado que logra convertirse en autor consagrado, con detalles de las peripecias para conseguir que un cuento sea publicado y la importancia de los editores de las revistas Pulp en esa época dorada de la ciencia ficción.

Título: “El dios más pequeño”

Autor: Lester del Rey

Ed. Martínez Roca, Superficción, nº 47.

1975(edición 1979)

347 páginas

Noctuario. Relatos extraños y terroríficos

noctuarioTodos estos años los sueños pudieron ser mantenidos a raya. Pero tú has confraternizado con ellos, sé que lo hiciste. Cometí un error contigo. Permitiste que mi ángel fuera envenenado por los sueños que no pudiste negar. Era un ángel, ¿lo sabías? Estaba libre de cualquier pensamiento y libre de cualquier sueño. Y tú eres quien lo hiciste pensar y soñar, y ahora está muriéndose. Y no está muriendo como ángel, sino como demonio ¿Quieres ver cómo es ahora? -dijo señalando hacia la puerta que conducía al sótano de la casa -. Sí, está allí abajo porque ya no es como era y ya no podía permanecer donde estaba. Se marchó reptando con su propio cuerpo, el cuerpo de un demonio. Y tiene sus propios sueños, los sueños de un demonio. Está soñando y muriendo por sus sueños.

Thomas Ligotti, Noctuario:
Primera parte – Estudios de sombra
El ángel de la señora Rinaldi

– La cara – dijo recostándose hacia atrás sobre el respaldo de su asiento -. Estaba justo allí, del tamaño, no sé, de una ventana o un cuadro colgado en la pared, aunque en este caso se encontraba en el suelo y era un enorme óvalo, no rectangular. Era exactamente como si alguien hubiera enterrado parcialmente a un gigante, o incluso mejor, una máscara de gigante. Aunque el contorno del rostro más que enterrado en la tierra parecía más bien, bueno, entretejido, supongo que esa sería la palabra correcta, en el suelo. Tenía los ojos cerrados, aunque no fuertemente cerrados… no parecía estar muerto… sino relajado. Lo mismo ocurría con los labios, labios carnosos rozándose el uno contra el otro. Incluso la piel del rostro de un gris ceniciento, y las suaves mejillas. Quiero decir que parecían realmente suaves, porque en realidad no las toqué para cerciorarme. Creo que estaba dormido.

Thomas Ligotti, Noctuario:
Segunda parte – Discurso sobre la negrura
El extraño diseño del maestro Rignolo

Resultaba imposible saber en qué lugar despertó más tarde. Bajo tierra, quizás, debajo de la tienda de tan peculiares mercancías. Desde ese momento permaneció siempre en la oscuridad, excepto en aquellas ocasiones en las que sus cuidadores bajaban e iluminaban con una lámpara su monstruosa forma. (La víctima de una magia terrible, susurraba el guía). Pero la brillante luz nunca interrumpía sus sueños, porque su forma en esos momentos no estaba equipada con nada que hiciera la función de ojos.

Thomas Ligotti, Noctuario:
Tercera parte – Cuaderno de la noche
Lo desconocido

Grimscribe, Vidas y Obras

Grimscribe¿Qué crimen o maldición le obliga a regresar una y otra vez a esta misma rueca de terror, para hilar sus cuentos, que siempre hablan de la extrañeza y el horror de las cosas? ¿Cuándo pondrá fin a su relato? Nos ha contado tantas cosas y nos contará aún más y, sin embargo, nunca dirá su nombre. No antes del último segundo de su vida decrépita y no después del comienzo de todos los nuevos nombres y no hasta que el propio tiempo haya borrado todos los nombres y no hasta que el propio tiempo haya borrado todos los nombres y haya extinguido todas las vidas. Pero hasta entonces, todos necesitan un nombre. Todos deben ser llamados de laguna manera. ¿Y cuál podríamos decir que es el nombre de todos?

Nuestro nombre es Grimscribe.

Esta es nuestra voz. “

Prólogo de Grimscribe, Thomas Ligotti

Ligotti asume en estos relatos el papel del escriba lúgubre, la Parca de las letras, que nos recuerda, como seguirá haciendo en Noctuario, las sombras que acechan detrás de cada esquina de nuestra existencia.

Adoptando la voz de los malditos, demonios, soñadores y niños, Ligotti repasa los distintos terrores a través de una prosa compleja y pegajosa (excelentemente traducida por Marta Lila Murillo).

Son cuentos en los que el propio escritor se alía con el horror para situar a los protagonistas frente a la ignominia de la realidad.

Los pueblos en sus relatos (La última fiesta de Arlequín, Los sueños de Nortown) vibran con la maldad que acogen. Los edificios (A la sombra de otro mundo, La escuela nocturna) son membranas capaces de aislar y transmitir dimensiones de maldad pura.

Relatos que consiguen poner la piel de gallina ante su solo recuerdo; la conspiración contra la especie humana revelada y sublimada ante los ojos abiertos como platos del lector desprevenido.

El cuento del antepasado

antepasadoCon los Cuentos de Canterbury de Chaucer como inspiración, Richard Dawkins relata la peregrinación del ser humano hasta los orígenes de la vida. En el camino se incorporarán los otros grupos de seres vivos que, desde su propio punto de partida, comparten parte del camino con nosotros.

La narración se estructura hacia atrás en el tiempo, recalando en lo que Dawkins llama contepasados, es decir, los últimos antepasados que tienen en común un conjunto de especies filogenéticamente relacionadas. Cada uno de estos contepasados (40 en total, hasta llegar al antepasado común de todos los seres vivos) no es una especie ni un individuo concreto del que se tenga noticia, sino el “prototipo” del que se supone que derivan los grupos que evolucionarán posteriormente.

Dawkins aprovecha estos encuentros para relatarnos aspectos concretos de la evolución de algunos grupos y, en ocasiones, describir los procedimientos y técnicas científicas que los investigadores utilizan para organizar e interpretar la ingente cantidad de información de la que se dispone en la actualidad gracias, sobre todo, a los análisis genéticos de miles de especies.

La biología evolutiva es una disciplina cambiante, que tiene que adaptarse a nuevos datos y descubrimientos, pero que cuenta con numerosas certezas que permiten hacerse una idea del desarrollo de los acontecimientos desde que la primera y rudimentaria célula procariota apareció en el planeta.

Un compendio claro y contundente de esta rama del conocimiento que se lee con deleite y fascinación; un ejemplo claro de la capacidad de Dawkins como divulgador riguroso y ameno.

Otros días, otros ojos

80El nuevo cristal termorresistente que Garrod ha desarrollado tiene un pequeño problema: la luz que llega a una de sus caras tarda algo menos de un segundo en atravesar el grosor y surgir por el otro lado. Su vidrio retarda las imágenes, lo que impide su utilización en los parabrisas de coches y aviones. Pero ese retraso en las imágenes al atravesar este “vidrio lento“, dispara otras innumerables aplicaciones al poder controlar el tiempo que la luz tarda en aparecer por el otro lado.

Desde este punto de partida, Bob Shaw desarrolla las posibilidades del nuevo material elaborando una trama detectivesca aderezada con una casposa historia de matrimonio infeliz y estereotipado amor verdadero.

Alguna de las utilidades del vidrio lento son realmente evocadoras: Farolas que emiten la claridad del día durante la noche, ventanas utilizadas como cuadros vivos de paisajes idílicos, o la posibilidad de visualizar a seres queridos ya fallecidos.

Quizás lo más valioso del libro, aparte del exhaustivo estudio del hipotético descubrimiento, sean las últimas conclusiones sobre la desaparición de la privacidad, “Your private life will suddenly explode“, que decía L. Cohen. Una profecía que vemos cumplirse unas décadas después. Merece la pena acercarse a este relato y soñar con la idea de un mundo real visto a través del tiempo.

Título: “Otros días, otros ojos”

Autor: Bob Shaw

Ed. Martínez Roca, Superficción, nº 80.

1972(edición 1983)

154 páginas

Crematorio

crematorioLa muerte de Matías Bartomeu sirve como punto de partida de las reflexiones vitales de todos los que le rodeaban. Su hermano Rubén, constructor de la burbuja inmobiliaria levantina, y su joven segunda mujer, Mónica, que disfruta del poder y el dinero de su anciano marido. Silvia, la hija del primer matrimonio de Rubén, restauradora de arte, que lucha por mantener sus ideales frente a la devastadora realidad que representan su padre y sus negocios, que tenía a Matías, su tío, en el pedestal de los amores platónicos y que está casada con Juan, un catedrático de literatura obsesionado con la obra de Federico Brouard, un escritor relativamente admirado del que está escribiendo su biografía y que fue amigo de los hermanos Bartomeu, que percibe la muerte de Matías como antesala de su propia muerte. Collado, Traian, los corruptos, corruptibles y ejecutores de la maraña de ilegalidades que jalonan los años del ladrillazo, el plato principal servido con guarnición de putas y cocaína, siempre indigesto.

Sirviéndose de monólogos interiores, Chirbes disecciona las últimas décadas del país, sumergiéndose en lo más podrido de la transición, que ha cristalizado en cientos de urbanizaciones en los pueblos valencianos, cementerios de hormigón y cemento tostándose bajo el sol mediterráneo.

Matías, el muerto cuyo cuerpo espera en el tanatorio el momento de convertirse en humo y cenizas, sólo es un débil eco en las reflexiones de sus familiares y conocidos; éstos se dan a sí mismos y al lector lecciones de vida, de lucha, desesperación, resignación. Es Rubén, el hermano mayor, el más pragmático y descreído, en contraste con su hija Silvia, que mantiene las esperanzas, quizás ingenuas, que su fallecido tío le inculcaba en su adolescencia.

Entre todos dibujan un panorama vital tan desolador como los campos de cemento, piscinas y cesped de su paisaje. Es este un libro que golpea con cada frase, brutal y sincero. Como todas las buenas novelas, un espejo del lector que hurga en sus propias heridas.