Este viernes el músico valenciano Llorenç Barber ofreció un pequeño concierto en el espacio dedicado al arte contemporáneo El Dorado, en Quintanar de la Orden (Toledo).
Músico, compositor, musicólogo, escenógrafo, Barber es una de las figuras clave en la música contemporánea española. Es muy conocido por sus conciertos de ciudad, en los que utiliza los campanarios de las iglesias y cualquier otro instrumento que la infraestructura del espacio urbano le permita, como sirenas.
De todo eso y mucho más nos habló antes de comenzar su interpretación. Y es que, además, es un buen conferenciante. Nos comentó algo acerca de sus influencias, de Fluxus, del futurismo, aprovechando la imagen representada en uno de los cuadros que se pueden ver en la exposición que alberga en estos momentos El Dorado, en el que se puede ver a Luigi Russolo junto a lo que parecen ser sus “entonarruidos”.
Barber comenzó su actuación arrastrando por todo el recinto una campana atada a una cuerda. La resonancia del lugar amplificaba y reverberaba el sonido. Después de este prólogo comenzó a juguetear con las distintas campanas que tenía a su disposición en un sencillo carrillón de madera. Desde fuertes golpes con las baquetas a sutiles variaciones conseguidas acercando su boca al borde metálico de la campana. En ocasiones acompañaba al sonido del metal con su propia voz, utilizando el canto difónico, creando un ambiente místico y especial. Ninguna melodía concreta, ningún ritmo marcado. Cómo comentaba el propio músico, presenciamos más bien una serie de nubes de sonido, de colores audibles, de insinuaciones sonoras.
Tras una primera obra de unos veinte minutos, y viendo que nos había sabido a poco, Barber volvió a tomar las riendas regalándonos otra breve interpretación y terminamos el concierto apagando las luces del recinto, en mutuo acuerdo con el público, tan sólo iluminado por las luces azules de una de las obras de la exposición, escuchando casi a oscuras los tañidos de las campanas y las modulaciones de la voz del músico valenciano.
Un concierto breve pero excepcional, en un entorno también excepcional como es El Dorado, un pequeño oasis de arte contemporáneo en plena Mancha, que todos los años, desde hace ya seis, brinda la oportunidad de observar parte de la creación internacional actual. Y todo un acierto por parte de los organizadores traer a Barber, algo que los amantes de la creación sonora que habitamos estos llanos ocres e infinitos agradecemos profundamente.