Nada como el olor de un libro, pasar las páginas, su tacto cálido… Totalmente de acuerdo y no pienso renunciar a ello, pero este “e-libro” que compré hace unos meses como un capricho se ha convertido en compañero inseparable de viaje.

Cientos de libros en tus manos, en menos de 1 kg de peso; se acabó tener que cargar con dos o tres libros cada vez que salgas de viaje. Sé que muchos no lo creerán, pero se le coge cariño al bicho este.

Además, siendo un apasionado de la ciencia ficción, este invento, el de la tinta electrónica, es lo más parecido a un artículo sacado directamente de una de esas novelas futuristas de la época dorada del género. Es totalmente distinto a una pantalla convencional, sobre todo porque no está retroiluminada (lo que solucioné en el momento de la compra adquiriendo una funda con lamparita led, la mar de práctica). No hace daño a la vista y la apariencia es la de una página verdadera… una página que cambia a tu antojo, como por arte de magia, con ese parpadeo en negativo durante unas décimas de segundo, que es lo que para mí le da ese toque de tecnología imaginada en los años 50 del siglo XX.

Tecnología “retro” y actual a la vez, que, como el caso del modelo que orgullosamente poseo, también tiene conexión a internet y reproductor de música. Me fascina poder consultar el correo o hacer una búsqueda en la wikipedia con este aparato, ver las páginas como eso, como “páginas” de verdad, como impresas en un libro cambiante. Es fascinante.

Si estabas dudando, mi consejo es que merece la pena. Se lee mucho más (hay cientos de libros gratuitos y “gratuitos” pululando por la red) por la comodidad que supone tener decenas de libros a tu alcance con un solo gesto de dedo. Es la solución perfecta para viajeros y devoradores de libros.