Una asignatura pendiente para cualquier aficionado a la ciencia ficción, era leer este clásico de Larry Niven, “Mundo Anillo”. Editada en 1970, y ganadora de los premios Hugo, Nebula y Locus de 1971, es un buen ejemplo de la llamada “ciencia ficción dura”, repleta de referencias científicas que arropan la trama principal y explican el entorno en el que se mueven los personajes.

En “Mundo Anillo”, Niven nos sitúa en ese espacio narrativo que ambienta muchas de sus novelas, el “espacio conocido”, en el que conviven humanos y varias especies extraterrestres, como los Kzinti o los Titerotes. La acción se sitúa en el año 2850, cuando un Titerote recluta a dos humanos y un Kzinti para explorar un sistema solar bastante peculiar detectado a 200 años luz de la Tierra. Se trata de un mundo sin planetas, en el que un anillo artificial rodea la estrella central. Niven nos describe con todo detalle la fisionomía del anillo, con una anchura de más de millón y medio de kilómetros, un radio de 150 millones de kilómetros y con una superficie habitable, la del interior de la estructura, millones de veces superior a la de un planeta como la Tierra. Todo ello sobre una base de un material con unas características especiales que le permita soportar las tensiones que produciría semejante estructura. Una idea similar a la famosa Esfera de Dyson .

El ingenio gira para proporcionar una fuerza centrífuga que actúa como la gravedad, y está provisto de vastos muros exteriores para retener la atmósfera y evitar que ésta salga despedida al espacio. Para poder simular la noche, existe un anillo interior de enormes placas que rotan en sentido contrario, dando sombra periódicamente a toda la superficie de tan extraño mundo.

Los protagonistas logran aterrizar después de sufrir un percance con su nave y encuentran un mundo degradado, repleto de ruinas de una civilización avanzada y poblado por lo que parecen ser seres humanos (una incógnita que el libro no despeja pero que parece ser que se aclara en posteriores entregas de la serie). Tras recorrer una ínfima parte del anillo, consiguen comprender qué ocurrió con esa civilización y las causas de su declive.

“Mundo Anillo” es un libro adictivo. La sola idea de un mundo de tan extraña estructura ya evoca imágenes impactantes en el lector. Imaginar cómo el sol se oculta por una gigantesca placa, permitiendo visualizar el resto del anillo como un enorme arco que cruza el cielo de una a otra punta, el horizonte inexistente, lejano y que se confunde con el cielo, la inmensidad de las distancias, océanos tan extensos como toda la superficie terrestre, bahías tan grandes como nuestros océanos, montañas de miles de kilómetros de altura,… Todo eso añadido a las peculiaridades de las especies extraterrestres, los Kzinti, como demonios anaranjados y salvajes, los Titerotes, con sus dos cabezas y labios que pueden realizar la función de manos, los vástagos de las estrellas… Y, por supuesto, los artilugios descritos, los motores, los campos “de diseño esclavista”, los Tasp, etc, etc…

A un lector poco acostumbrado a la ciencia ficción dura puede resultarle tedioso, pero es imprescindible acercarse a esta novela para hacerse una idea de este tipo de literatura. Son algo más de 300 páginas y, al menos, asegura momentos de verdadero disfrute, sobre todo al lector que guste imaginar mundos imposibles y escenarios exóticos. Es un buen ejercicio de imaginación y de lectura bastante agradable. Todo un clásico.

El Mundo Anillo, como curiosidad, es inestable. Una estructura así no podría durar mucho, porque acabaría chocando contra la estrella central. Aquí se puede encontrar una explicación física bastante exhaustiva y comprensible de este hecho. Niven, después de recibir cientos de cartas de fans que le reprochaban este fallo, decidió solucionarlo como la Física manda y así lo hizo en la siguiente entrega de la serie ambientada en este mundo, Ingenieros de Mundo Anillo. No fue el único fallo científico del libro, como el hecho de que en la primera edición, el protagonista humano, Louis Wu, se teletransporta hacia el Este para prolongar el día de su cumpleaños, cuando debería hacer lo contrario, teletransportarse hacia el Oeste. Ese error se corrigió en posteriores reediciones.

 

Título: “Mundo Anillo”

Autor: Larry Niven

Ed. Martínez Roca, Superficción, nº 15.

1970 (edición 1976)

339 páginas